amor no sólo por las cosas, sino también por todas las criaturas vivientes. Ese amor no es algo que se nos haya enseñado; es el resultado natural de tener una vida adecuada. Podríamos decir que si aparece el amor estamos dentro del campo de lo normal, y si no, dentro del campo de lo anormal. El amor no es la causa sino el efecto del desarrollo normal del individuo. Ciertas situaciones de la vida ofrecen la misma experiencia. Lo que llamamos amor entre un hombre y una mujer, por ejemplo, es posible sólo cuando las personas han llegado a una cierta etapa de desarrollo; lo mismo sucede con el amor de una madre por su hijo. ¿Se puede enseñar a amar con el ejemplo? ¿Cómo puede ser, en ausencia de la causa que genera ese amor? ¿Se puede, tal vez, enseñar el amor fraternal, el amor a la humanidad, como un ideal abstracto? Para poder hablar de ese amor, para poder experimentarlo, en primer lugar debemos obedecer las leyes de la naturaleza o supernaturaleza humana.” Pág. 97.